Lorena Endara
Tenía exactamente 30 días de estar en cuarentena cuando empezaron mis contracciones. Era de noche. Estaba mirando una película junto a mi esposo en nuestra casa en Los Angeles, California y de repente no aguantaba estar sentada. Estaba muy incómoda. Me trate de dar masajes y cambiar de posiciones. El dolor iba y venía y me di cuenta que tenía un ritmo. Así realice que eran contracciones. Lo primero que hice fue llamar a la partera ya que teníamos planeado tener el parto en casa desde el principio. Lo segundo que hice fue tomar la foto de mi altar, mostrando que estaba cortando el cinto de lana morado alrededor de mi muñeca. Tenía ese cinto en mi muñeca ya por más de 2 meses, desde que mis amigas, o mejor dicho, mis hermanas, me hicieron una ceremonia para celebrar mi transformación a mamá. Ese día hicimos una actividad con un hilo de lana que al final nos hizo realizar lo conectadas que estamos una a otra. Mandar esa foto de yo cortando el cinto era la señal de que mi parto iba comenzar.
Catorce horas después nació mi bebe. Pasamos un buen rato en cama recuperándonos de tanta adrenalina y miedo, dando pecho, haciendo exámenes al bebe y a mi, etc. Cuando finalmente regresé un poco mas a mi cuerpo perdí mi celular para escribirle a mi mamá (quien vive en Panamá) para contarle de las grandes noticias. Vi que tenia mas mensajes de texto que había tenido en toda mi vida de familia y amigos. Lo que mas me impacto fueron las fotos que mis hermanas tomaron de sus cintos morados en sus altares. Me saco lagrimas sentir tanto amor y apoyo de tantas mujeres tan increíbles. Tuve un parto complicado y se que sus oraciones, intenciones y buenos deseos me protegieron para que yo pudiera tener el parto que yo quería — uno natural, en casa y sin repetir trauma multi-generacional.